En ascenso
Ilustración: Artemio Rodríguez
Según datos del Congreso de la Unión (CESOP, 2006) se prevé que en 2050 uno de cada cinco estadounidenses tenga sangre mexicana. Si, hasta 2013, el 10.9% de los migrantes mexicanos en EUA eran michoacanos (Anuario BBVA Bancomer), entonces más del 2% de la población vecina tendrá ascendencia estatal.
En dicho sector, hay actualmente “empresarios michoacanos, dueños de compañías en muchos giros donde son muy fuertes. Normalmente son gente con documentos y establecida hace muchos años acá”, indica Reveriano Orozco.
La cuestión, es que, pese a su importancia, esa comunidad no ha logrado organizarse para tener mejores condiciones de vida, subraya Juan Ochoa.
A mitad de un mundo y otro, los hijos de los migrantes indocumentados en Estados Unidos de América (EUA) encuentran nuevas fórmulas de identidad, ligadas con la condición del éxodo, y a veces la melancolía que trae toda ausencia. Pero también, con cierto sentido de amplitud, de ser más que –en este caso– un ‘michoacano promedio’.
Recientemente, en el marco de la Semana del Migrante Michoacano que organizara la Semigrante, llegó a la entidad un grupo de Dreamers, es decir, jóvenes indocumentados inscritos en el programa DACA (Beneficio de acción diferida), implementado por el presidente Barack Obama para ofrecer ciertas garantías a los hijos de inmigrantes en EUA, tales como:
Derecho a no ser deportados; permiso para trabajar hasta por dos años; acceso al seguro social y, en la mayoría de los estados: permiso para obtener licencia de manejo. Si bien, continúan como indocumentados.
En su primera visita a Michoacán desde que partieran, siendo niños. cuatro de los Dreamers michoacanos conversaron con Bitácora sobre qué es vivir entre un lado y otro de una frontera geográfica.
Experiencias de ida
“Mi familia llegó a los EUA sin nada; caminamos por los cerros (yo tenía cuatro años y mis hermanos, seis, dos y un año) con mi mamá sola, sin mi papá, que ya estaba allá; y nos agarró la migra; me dio mucho miedo, y quise ir al baño… De todos modos nos agarraron, pero lo cuento porque es como, la humanidad que te quitan, eres un niño y te la quitan, por ser inmigrante”.
-Laura Flores Villegas, estudiante de Maestría, 27 años.
Crecer en país extraño
“Fue muy difícil; a pesar de que era chiquita (dicen que uno se acostumbra rápido), lo fue porque donde crecí no había latinos. Mi primera maestra no tenía paciencia conmigo, llegué a tener muchos accidentes porque no me dejaba ir al baño, mucha discriminación. Después mejoró, porque podía comunicarme con ellos… Así asimilé que tenía que hacer cambios grandes en mi vida y acostumbrarme”.
¿Volverías a Michoacán?
“Antes no lo había pensado (muchos de los Dreamers ya tenemos varias profesiones allá), pero ahora que vinimos, hemos estado hablando de venir a ayudar aquí con lo que sabemos e hicimos allá, ayudar a nuestra comunidad aquí”, responde Vianey Martínez, con la mirada brillante.
-Vianey Martínez, Universitaria, 26 años.
Recordar lo propio
“Mis papás se llevaron su cultura con ellos. Yo sé de la cultura, de las danzas y fiestas, de la comida. Por eso regresar acá me pareció, wow… Aún no voy a mi pueblo (Caltzontzin) pero todo se me ha hecho mucho mejor de lo que imaginaba, siento más orgullo de ser michoacana…. Esta semana, por cualquier razón, conocí a mi abuelito accidentalmente, en los foros [de la Semana del Migrante Michoacano]; lo vi, me acerqué y le dije: “tú eres mi abuelo”, y él contestó que sí”.
¿Volverías a Michoacán?
Zoila Santiago se lo piensa dos veces. “No sabría decir, soy más de pensar en el ahora. Sé que mis papás sí piensan en regresar, porque ellos nunca han olvidado su pueblo, pero yo no lo sé”, confiesa.
-Zoila Santiago Hernández, Lic. en Administración de Empresas, 27 años.
Ser binacional
“A veces no sabemos cómo sentirnos (allá nos llaman el uno punto cinco, porque no nos sentimos ni de aquí ni de allá) y caemos en un conflicto, pero es parte de aceptarse y definir quién eres… Nos hubiera gustado que nuestros papás no hubieran tenido que migrar, pero acá muchos amigos no encuentran trabajo, y eso te hace pensar las cosas, que somos un grupo privilegiado hasta cierto punto, que no somos el típico michoacano o mexicano”.
¿Volverías a Michoacán?
“Yo creo que sí”, responde Jesús Palafox, cuya familia ha cruzado la frontera desde la década de 1950; la cuestión, es que lo haría para “trabajar (desde aquí) con la comunidad migrante en EUA, con el mismo Gobierno Estatal, para crear políticas públicas que beneficien a nuestro país y nuestra comunidad”, añade.
–Jesús Palafox Valdovinos, administrador, 27 años.