Las famosas catrinas tienen su nacimiento en los época prehispánica.
En los pueblos mesoamericanos se colocaba en el altar una hilera de cráneos perforados, estos eran de aquellas personas que habían sido sacrificados en honor a los dioses. Después de la llegada de los españoles, se creó una técnica para hacer calaveras con el alfeñique, un caramelo con base en azúcar de caña que crea una pasta moldeable.
En estos altares, las calaveras se encontraban rodeadas de flor de cempasúchil, conocida por ser la flor de los muertos.
Con la combinación de flor y calaveras, nace la catrina, este personaje tan característico de México y en especial, de la Noche de Muertos.
Posteriormente, José Guadalupe Posada crea La Catrina en caricatura que fue nombrada como “Calavera Garbancera”, para burlarse de aquellas personas que vestían a la francesa pero no tenían para poner más que garbanzos en sus platos en caricatura.
La catrina en barro surge en los años 70 en Capula, Michoacán. A pesar de que esta tradición inicia con el obispo Vasco de Quiroga, el artesano Juan Torres, originario de Capula, fue quien decidió darle vida a este personaje característico de Guadalupe Posada.
En la actualidad, cientos de familias crean catrinas con colores y diseños nuevos, manteniendo vivo el legado del artesano Juan Torres.