La costa de Michoacán es un enorme santuario de tortugas de 214 kilómetros de extensión. Cada año miles de tortugas de tres especies llegan a desovar a las playas michoacanas: la tortuga golfina, la negra y la laúd, una de las más grandes del mundo. Este fenómeno natural está protegido y, en muchos casos, son las propias comunidades indígenas quienes manejan los santuarios y se aseguran de que las tortugas cumplan con su ciclo anual, salvándolas así de la extinción.
Las tortugas llegan a desovar, y los nidos son trasladados con gran cuidado para protegerlos de depredadores, hasta que los huevos eclosionan, momento en que se liberan hasta 1.5 millones de crías al mar. Los visitantes son bienvenidos a participar en este emocionante evento, especialmente los niños, a quienes se educa en la conservación.
Estos recursos proceden del Fondo Ambiental, creado en la entidad para solventar acciones y proyectos destinados a la salvaguarda de los ecosistemas.
Dotación con cuatrimotos, equipos de radiocomunicación, malla sombra, palas y otros implementos ha llevado a cabo la Administración Estatal, a través de la Semaccdet y la Compesca, para impulsar los trabajos de los campamentos tortugueros.
Otras acciones efectuadas para incentivar la protección de la tortuga marina son: la realización de la Expo Tortuga marina, en Lázaro Cárdenas; la realización de campañas contra los supuestos beneficios de consumir carne y huevos de tortuga marina (se cree erróneamente que huevos y carne de tortuga marina son afrodisíacos y ayudan a contrarrestar la disfunción eréctil, cuando en realidad pueden agravar esa condición y otras, por sus elevados niveles de colesterol), y la liberación de crías.
El desarrollo, con el apoyo del Gobierno de Michoacán, a través de la Semaccdet, del programa de ordenamiento ecológico territorial para la región de la Sierra Costa, al definir las vocaciones para el uso de suelo y las áreas naturales sujetas a protección, incide de forma directa en los esfuerzos por preservar a estos quelónidos.
En Michoacán existen 22 campamentos tortugueros en los municipios de Lázaro Cárdenas, Aquila y Coahuayana.
El estado recibe cuatro de las siete especies de tortuga marina con que contamos: laúd, negra y golfina, que realizan migraciones anuales para anidar, y carey, que tiene sitios de alimentación.
Las playas de Colola, Maruata, Mexiquillo y Caleta de Campos captan a los quelónidos que anidarán en territorio local, en tanto que la tortuga carey recurre al litoral michoacano para buscar sitios de alimentación.
Las tortugas marinas se encuentran en riesgo de desaparición por factores varios: la depredación por parte de los humanos, que comercializan sus huevos como supuestos afrodisíacos, su carne y, en casos como la tortuga carey, sus caparazones para la elaboración de artículos de lujo.
Además, se ven afectadas por el cambio climático, la contaminación de mares y suelos, el cambio ilegal de uso del suelo y la expansión de la mancha urbana.
La labor de los campamentos tortugueros permite la recolección de huevos y nidos para su traslado hacia espacios seguros, el seguimiento de los mismos durante el período de incubación y la liberación de las crías al mar para reducir su depredación, principalmente por aves y perros.
Las crías tardan 60 días en eclosionar, y, en su retorno al mar, son guiadas por la luz de la Luna y las estrellas en su recorrido por un camino peligroso, lleno de depredadores y riesgos que lleva a que sólo una de cada mil crías alcance la edad adult