La siempre compleja relación entre México y Estados Unidos está hoy en trance crítico, dada la animadversión que ha mostrado el republicano Donald Trump hacia nuestro país. El tema, que ha preocupado a muchos en los últimos meses, desde la perspectiva de politologos, polìticos, académicos y diplomáticos, conduce a un mismo punto de fortaleza: los mexicanos necesitan unidad en torno al andamiaje institucional del Estado, y redescubrir el potencial de América Latina.
La polìtica migratoria se ha mantenido presente en la agenda geopolìtica desde que Trump esgrime su boligrafo en la oficina oval, como si se tratase de su mejor arma para imponer el dominio de Estados Unidos sobre otras naciones. Por su vigencia, retomamos algunas voces de especialistas recogidas por Bitácora en el pasado foro internacional “Gobernanza y Desarrollo Democrático”.
Organizado por el Gobierno del Estado, dicho encuentro se caracterizó por la diversidad y valía de las tesis expuestas por las y los ponentes (catedráticos, políticos, diplomáticos, servidores públicos y más) durante dos días, haciendo a Michoacán sede del pensamiento crítico, como dijo el Secretario de Gobierno, Adrián López Solís.
Sobre la coyuntura diplomática, que tanto afecta a Michoacán por ser un estado migrante, se habló con asombro, con desazón e incluso con un dejo de rabia, pero también con esperanza: no es la primera crisis con el país vecino, y habrá salida, si perdura la unidad. Frente al racismo, nos decían:
Primero es la unión interna: “Debemos ser absolutamente solidarios al interior, mostrar una unión entre todas las opciones políticas, institucionales y sociales para mostrar la fortaleza que tiene este país. En un mundo globalizado el irracionalismo, el proteccionismo, la violación de los derechos humanos, la misoginia o el racismo no pueden ser tolerados” (Fiscal especial en delitos electorales en México, Santiago Castillo Nieto).
Después, está la cuestión latinoamericana: El problema no sólo está al norte, sino en la región; América Latina debe crear modelos políticos propios, incluso locales, que atiendan al menos dos cuestiones: “que somos distintos”, no inferiores a otras regiones y, sobre todo, que terminen con “nuestro principal problema que es la desigualdad porque ésta nos conducirá a una fractura radical” (Carlos Salazar Vargas, politólogo de la República de Colombia).
Y están las solidaridades externas: “México no está solo, está acompañado por la comunidad iberoamericana… y por millones de estadounidenses de buena fe, que están contra el racismo y la actitud xenófoba del presidente de EUA” (Francisco J. Sanz Larruga, catedrático de la Universidad de La Coruña y representante del Foro Iberoamericano).
En realidad, estamos ante una más de las coyunturas de una relación binacional diversa, con episodios de guerra, con amagos de intervención, e incluso rupturas temporales; sin embargo, “México siempre ha encontrado en su pueblo la sensatez y la fortaleza para encarar retos de este tipo. Afortunadamente, aquí y en Estados Unidos hay grupos que están llamando a la sensatez y al rechazo de las torpes decisiones del presidente… (quien) está llevando a su país a un problema interno, y a una confrontación con muchos países. “Yo esperaría que, al igual que en 1938 cuando la gente salió a las calles a apoyar la valiente decisión del general Lázaro Cárdenas, en los próximos días veamos también una respuesta en todo el país, particularmente en la frontera” (Alejandro Carrillo Castro, ex cónsul de México en Chicago y ex representante del país ante la Organización de los Estados Americanos).
Para nuestro gobernador, Silvano Aureoles Conejo, la tensión con Estados Unidos obedece a la cuestión personalísima del presidente Trump y el antídoto, está en “fortalecer la unidad nacional en torno a México y sus instituciones”, revalorando así, nuestra dignidad y la de nuestros hermanos y hermanas migrantes.