Santa Fe de la Laguna es un pueblo purépecha a orillas del Lago de Pátzcuaro, famoso por su historia de fe, rebelión y empreño. Y ahora también lo es por todo lo que hacen sus mujeres, que han puesto hostales, cocinas tradicionales y talleres haciendo que éste renazca como destino turístico.
Una de ellas es María del Rosario Lucas Bautista. La maestra cocinera aprendió su oficio “desde chiquita” prendiendo el fogón de la casa, y heredó un saber familiar sobre el arte del buen comer.
En Santa Fe se cocina como los antepasados, porque las recetas y la forma se pasan de generación en generación. Dice María del Rosario, “mis bisabuelas cocinaban todo lo que se sembraba aquí en el pueblo, lo que recogían del campo”, por eso el sabor local es un reflejo del entorno.
Ella cocina con raíz de chayote y flor de chayotillo, con quelites, calabacitas, nopales, charales y otros ingredientes. Casi nunca falla al churipo, que es “un platillo ceremonial para las fiestas” en Santa Fe.
Y todos tienen éxito, no sólo entre los visitantes, que los hay nacionales y extranjeros, sino con su esposo y sus dos hijas. “Donde me fijo que mi comida o mis platillos están bien, es si el plato ya no tiene nada”, explica, con una sonrisa.
Cuando María del Rosario era adolescente se unió a una organización femenil llamada “guare” (mujer) con una amiga de su edad. “Así fuimos creciendo y con esa compañera soñamos mucho… íbamos soñando que queríamos ser alguien, que queríamos vivir diferente que nuestras mamás; queríamos salir de ahí”, recuerda.
“Éramos como sesenta mujeres y en ese momento estuvimos capacitándonos sobre la cocina, sobre el género, sobre cómo íbamos a salir, y para que la gente se diera cuenta que la mujer también es igual como los hombres”.
Casarse no paró los sueños, al contrario, los hizo mayores porque “lo lleve a él; le dije que yo quería eso y que me acompañara” y, aunque fue difícil, al final él también se sumó. Luego la comunidad fue cediendo.
“Un día con mi amiga, bueno ya conoces a mi amiga, Guadalupe Hernández Dimas, un día ella, y yo, y mi esposo y otra mujer estuvimos bajo un árbol soñando lo que íbamos a hacer; ya nos habíamos capacitado y soñamos que teníamos que buscar en Morelia”.
En las semanas siguientes 12 mujeres llegaron a la capital de Michoacán para encontrar la manera de impulsar una industria turística comunitaria en Santa Fe con talleres de alfarería, cocinas tradicionales y un hostal, para empezar.
“La ayuda fue bastante. La Secretaría de Turismo de Michoacán nos ayudó muchísimo con las promociones y todo eso; nosotros no sabíamos el internet, pero ellos nos ayudan para que Santa Fe sea reconocido”, explica.
Hoy Santa Fe tiene cuatro hostales y algunas de las mejores maestras cocineras en el estado. Los talleres de sus maestros alfareros están abiertos a los turistas y las mujeres como María del Rosario y Guadalupe Hernández viajan y son conocidas por su talento y activismo mucho más allá de las fronteras estatales.