La Cuenca del Lago de Cuitzeo ha existido desde la antigüedad más remota y ha sido testigo de sucesos muy dispares: desde el último periodo glaciar, al surgimiento de culturas prehispánicas, o bien de un cierto momento en que todo pareció conjuntarse en el descubrimiento de un arqueólogo aficionado.
Al rescate de la cuenca
Hoy mismo, en el Municipio de Cuitzeo del Porvenir trabajan más de 400 familias de pescadores (Compesca 2016) siguiendo la tradición milenaria de los moradores de la Cuenca. Pero el oficio se ha vuelto difícil.
El Lago enfrenta una problemática medioambiental debido al cambio de uso de suelo, la deforestación, la erosión, la pérdida de biodiversidad, la disminución de su vaso y, entre otros procesos, la contaminación acuífera.
Para contrarrestar esto último, la Comisión Estatal del Agua y Gestión de Cuencas (CEAC) ejercerá este año 37.5 millones de pesos en la rehabilitación y/o construcción de plantas tratadoras de aguas residuales para los municipios de Cuitzeo, Santa Ana Maya, Indaparapeo, y Álvaro Obregón.
Con 2 mil 300 litros de agua negra llegando al Lago por segundo, “atacamos la contaminación, pero falta mucho” –indica el comisionado, German Tena Fernández especialmente en cuanto a sanear los ríos de Morelia, capital del estado y cuyos afluentes son los más contaminantes.
Desecación voluntaria
A diferencia del presente, en que se busca salvar al Lago, entre las décadas de 1920 y 1980 las políticas públicas tendieron a desecarlo –y de hecho lo lograron, en 1941 y 1962–, con el objeto de utilizarlo con fines agrícolas y evitar inundaciones (Peña, Colmich/UdG 2002), lo cual no funcionó.
En la década de 1990 cambió la estrategia y se realizó un primer estudio sobre el deterioro medioambiental en la Cuenca, que abarca 13 municipios michoacanos y contiene seis Áreas Naturales Protegidas. Las emisiones solares, la propia acción del hombre y otros procesos están secando el vaso acuífero y, después de millones de años, la posibilidad de que esta vez se evapore definitivamente “es real”.
En 2006 fue decretado un Ordenamiento Ecológico Regional de la Cuenca, con fin de incentivar “el cambio tecnológico hacia sistemas de producción sustentable” (POEM, no. 97, T. CXXXVIII). Y es éste el que rige las políticas públicas ahora.
Multiplicación de los peces
La Comisión de Pesca del Estado de Michoacán (Compesca) trabaja con los ayuntamientos de Cuitzeo y Acámbaro, Guanajuato, para eliminar la maleza acuática en unas 170 hectáreas del Lago de Cuitzeo, con un presupuesto de 747 millones 703 pesos.
El municipio está, además, inserto en el Programa de repoblamiento de embalses de la Comisión, a fin de que las familias recuperen sus vocaciones productivas tradicionales.
Cientos, miles y millones de años…
El Lago de Cuitzeo se formó cuando los volcanes definían la superficie terrestre. Y no siempre fue igual; “hace ocho millones estaba en Charo”, indica la doctora Isabel Israde Alcántara, líder del equipo internacional que publicó en 2012 una teoría sobre el periodo glaciar de hace unos 12 mil años, basada en los hallazgos hechos en el mismo.
Según dicha investigación, en este Lago hay sedimentos que podrían demostrar el impacto de un meteorito que desencadenó un cambio climático transformando la vida terrestre (ahí desparecieron los mamuts y los tigres Dientes de Sable).
Además, la Cuenca guarda arte rupestre y más de 200 sitios arqueológicos, 44 de ellos en Cuitzeo, que refieren al menos tres culturas importantes del Occidente mexicano: Chupícuaro (500 500 a.C.-300 d.C.), Cultura de Loma Alta (siglo VI d.C.) y Purépecha (siglos –XIII-XVI d.C.).
“Los lagos son como capsulas de tiempo” y éste en específico se encuentra “en un óptimo climático; o sea, tenemos lo mejor de él”, expone Israde, pero advierte:
El mamut
José Corona Núñez (1906-2002), connotado arqueólogo, historiador y fundador de museos y cátedras en el país, era por los años 30 un maestro rural en la región de Cuitzeo, donde nació.
Dado su interés por los restos antiguos, en 1933 un campesino le mostró lo que resultó ser la muela petrificada de un mamut, cuyos restos encontró después, en expedición con sus alumnos por el Lago.
Desde entonces, Corona Núñez se convirtió en científico y su tierra natal en fuente de hallazgos sorprendentes.