¿A qué sabe Michoacán? Sabe a atole de grano, a corundas calientitas, a caldo rojo de churipo, a nieve de pasta, a dulce de leche… Sabe exquisito.
Como nuestra cultura, la cocina michoacana es diversa, porque es resultado de la adaptación al medio de innumerables generaciones de habitantes de un territorio fértil y generoso. En ese sentido, también forma parte de nuestra identidad.
En 2010 la cocina tradicional michoacana fue incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), por lo que nos representa ante el mundo.
Y además constituye un factor esencial para el turismo en Michoacán, un sector en crecimiento cuya importancia no es sólo económica sino social, por las posibilidades que plantea para el desarrollo integral de las comunidades y para sectores vulnerables como las mujeres, comentó la secretaria Claudia Chávez López.
De acuerdo con la titular de la Secretaría de Turismo en la entidad, en 2018 Michoacán percibió 2 mil 630 millones de pesos, consumidos por los visitantes en alimentos y bebidas (Sectur, 2019).
Para el turismo, nuestra cocina es lo mejor de la experiencia en Michoacán (la calificaron con 8.,93 puntos, de 10, en el Índice de Satisfacción).
Para nuestras comunidades es apoyo de otras actividades productivas y es que tener una o varias cocineras tradicionales en su interior, “atrae más visitantes y con ello se detonan sectores como la artesanía, el transporte y el comercio”, explicó Chávez López.
Maestras del sabor
La cocina tradicional michoacana es obra de las mujeres, principalmente; es común que este conocimiento sea trasmitido en el seno familiar por lo que se atesora como un legado, e incluso, como una forma de trascendencia.
Esto ocurre con Berenice Flores Manríquez, habitante de Santa Fe de la Laguna, quien puede ver en su loza –de barro negro y brillante, típico de esta comunidad lacustre– un reflejo de su mortalidad porque,
Berenice aprendió de su tía, y aunque es joven, es dueña de un conocimiento antiguo. “A ella ya no la van a recordar, pero yo me quede con parte de su herencia… Así haré yo también, porque no quiero que se olviden de lo bonito que tenemos, que es la cocina, y lo que cocinamos, como los quelites en tiempo de lluvia”.
A qué sabe….
Cada lugar en Michoacán, tiene un sabor que lo distingue, y para muestra:
Enchiladas placeras de Morelia, uchepos y corundas de la Meseta Purépecha, pescado en guajillo de Pátzcuaro, mole batido de Cherán, nopales con charales de Paracho, churipo de Santa Fe, tamales adobados de Tingüindín, pozole de Ciudad Hidalgo, morisqueta y frito de Apatzingán, pescado en birria de Cuitzeo, atápakuas de Sicuicho, atole de nanche de Taretan y, para el postre:
Vinos dulces de Ucareo, charanda de Uruapan, chongos en leche de Zamora, nieves de fruta de Tocumbo, o de pasta, en Pátzcuaro y ates morelianos (Tomado del artículo “El Sabor de Michoacán”, de José Antonio Martínez Álvarez).
Encuentra el sabor
La Sectur estatal tiene registrados a 107 cocineras y cocineros tradicionales en el estado, si quieres saber dónde están, visita:
Michoacán en el corazón de la República – Revista Bitácora
[…] El Sabor de Michoacán […]