Pescadores del Lago de Cuitzeo

El Programa de Extensionismo Rural de la Secretaría de Desarrollo Rural y Agroalimentario (Sedrua) colabora desde hace poco menos de dos años con familias de pescadores en el Lago de Cuitzeo, para que encuentren valor agregado a sus productos y, por esta vía, mejoren sus condiciones de vida.

Estas labores continúan el trabajo institucional que se ha hecho en la zona, con fin de ofrecer alternativas a los pobladores ante la disminución en los volúmenes de pesca, ocasionados principalmente por factores climáticos.

La pesca ha sido el sustento principal para las familias de la Cuenca durante siglos y actualmente, sólo en el Municipio de Cuitzeo, se estima que dependen de ella directamente más de 400 familias (Compesca 2016); empero, el lago enfrenta problemáticas medioambientales que afectan esta actividad.

En tiempos normales los pescadores “sacan charales, camarón, cheguas, rompos, barrigón…, a veces nosotras salimos con ellos (a pescar); pero como ahora el lago va secándose, ellos tienen que salir a buscar trabajo” a Morelia, Moroleón u otros lugares, explica Dulcelanea Ábrego Huazano, una de las participantes del Programa de Extensionismo.

En años recientes, el nivel del Lago se ha reducido –esto ha ocurrido varias veces en la vida de este vaso milenario, de acuerdo con científicos como la doctora Isabel Israde Alcántara– de forma que hoy, la pesca “es buena nomás en la Cuaresma, cuando hace calor y está tranquilo, pero ya cuando llega el frío o el norte no hay nada de pescado y ahí es donde sufre uno”, comenta Evelia Javier Camarena, esposa y madre de pescadores.

En ese escenario, la labor de la Sedrua se centra en capacitar a las familias integradas en las Cooperativas Isla Grande, Socorrito, Península y Ojo de Agua, las cuales aglutinan a más de 800 personas; esta labor se dirige especialmente a sus esposas, madres e hijas, con miras a que obtengan mejores rendimientos económicos por la pesca.

La buena pesca

Para ello, trabajan en la “Lonja Pesquera de Mariano Escobedo”, donde las mujeres procesan el charal boquerón empacándolo al alto vació y preparándolo con chile y limón y empanizado; también hacen chorizo, ceviche, y pescado en escabeche.  Tales productos se comercializan en Morelia y Zacapu, principalmente.

Por esta vía, las familias de pescadores “están teniendo mejores ingresos; les pagan mejor sus productos y se está teniendo buena entrada en ese aspecto”, explica el biólogo Armando Javier Galicia, extensionista de la Sedrua.

De lo que se trata, añaden, es de que

“no haya necesidad de pescar mucho, sino pescar poquito y procesarlo con calidad y llevarlo con los estándares que nos pide el mercado. Ahora estamos tratando de conseguir el código de barras para poder aspirar a mercados más grandes”.

Por lo pronto, los beneficiarios están “tocando puertas, publicando, dando muestras y apoyándose en la difusión que está ofreciendo Sedrua; hay clientes que han descubierto los productos gracias a la difusión de la Secretaría”, explica el biólogo.

En otro sentido, estos trabajos podrían disminuir la presión que se ejerce sobre el Lago de Cuitzeo, toda vez que “los pescadores ya no tienen que extraer 50 o 60 kilos; con poquito que pesquen y con lo que se procesa, están obteniendo las mismas ganancias que antes”, subraya el extensionista.

De esta forma, se estaría garantizando la sustentabilidad en la explotación de una especie que es, además, endémica, “el charal, y no sólo éste, sino otras especies, como el llamado “barrigón”, que sólo nace en las aguas saladas de este lago.

1 comentario

  1. Gonzalo Ramos Aranda

    LA TRAGEDIA DE CUITZEO

    “Que sufre, de agua, . . . escaseo.”

    Descuido ha causado estrago,
    ha dañado a nuestro lago
    que, en enciclopedias, leo,
    fue inmenso, cual Mar Egeo.

    Residencia de los patos,
    alcatraces, siempre gratos,
    de las garzas, las gaviotas,
    de muchas aves devotas.

    Hábitat del charal, carpa,
    bagre, mojarra, tilapia,
    del sedismundo, abulón,
    maruchero camarón.

    De naturales manglares,
    de romeritos, tulares,
    de vegetación lacustre
    que daba, al lugar, su lustre.

    Recinto del tequesquite,
    sal mineral, que permite
    horizonte blanquecino,
    cloruro de sodio . . . sino.

    ¿Qué me pasa, qué no veo,
    la tragedia de Cuitzeo,
    de su lago, otrora hermoso,
    hoy, lodoso, terregoso?

    Por la parte de occidente,
    la desecación, se siente,
    panorámico desierto,
    muy estéril, es lo cierto.

    ¿Qué me pasa, qué estoy ciego?,
    ¿ésto es lo que, yo, deseo,
    la agonía de flora y fauna,
    que causa al planeta trauma?

    La extinción marca reveses
    de siete especies de peces,
    de la “lamprara”, la rana,
    ¿qué desgracia habrá mañana?

    ¿Qué me pasa?, ¿qué no hay miedo?,
    ¿por qué no muevo ni un dedo?,
    ¿me gusta el ambiente inerte,
    una ecología de muerte?

    Es terrible la sequía,
    la nube magra, es impía,
    la lluvia se muestra ausente,
    cuando, antes, era torrente.

    No se mira ni un oleaje
    sobre blancuzco paisaje,
    el salitre ha devastado
    líquido, cieno empolvado.

    Pescar se ha vuelto imposible,
    la red se torna inservible,
    lanchas “ancladas” al fango,
    pescador pierde su rango.

    Por estiaje bochornoso,
    en mi Cuitzeo, tan famoso,
    “lugar de tinajas de agua”,
    la catástrofe se fragua.

    Basurero, lo lamento,
    recipiente de excremento
    de humanos, fecales heces,
    bacterias, virus, en mieses.

    Remolinos, tolvaneras,
    enfermedades severas
    de gastro, garganta, vista,
    cutáneas, perdón, que insista.

    ¿Por qué tanta indiferencia?
    ¿prefiero la inexistencia
    del caudal, hogar de peces,
    de su flora?, ¡qué sandeces!

    La toxicidad, impera,
    población, ¿qué tanto espera?,
    la acción del gobierno es nula,
    contaminación perdura.

    ¿Qué me pasa, Dios del cielo,
    por qué no busco este anhelo?,
    salvar lago, asaz hermoso,
    milenario, bien glorioso.

    Espíritu de esperanza,
    Elpis que, con fe, se alcanza,
    yace en el lecho del lago
    que, de vida, fue empalago.

    Restituyamos el vaso,
    démosle fraterno abrazo,
    al poniente, la laguna,
    no refleja sol, . . . ni luna.

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    Municipio de Huandacareo, Michoacá de Ocampo, México, a 25 de junio del 2018
    Dedicado al Profesor, Jaime Alvarez Díaz
    Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

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