Las Mejores Guitarras del Mundo

Hace siglos que en Paracho se producen guitarras con la mejor calidad, y es que este pueblo enclavado en la Meseta Purépecha es conocido por el oficio y sensibilidad de sus lauderos, quienes han heredado una tradición que empezó con el mismo Vasco de Quiroga (1480-1556),  el primer obispo de Michoacán.

Las guitarras de Paracho son como personajes, indica Edgar Piña, un laudero de segunda generación, conocido por sus guitarras finas.

“Algunos guitarristas han dicho que venir a Paracho es como visitar Disneylandia; porque vienen y a veces se pasan una semana tocando las guitarras y conociendo talleres hasta que, por fin, cuando se van dicen: Ahora sí me llevo a mi novia”.

Paracho produce miles de guitarras cada mes y éstas surten a los mercados regionales, a las escuelas de música y, entre otros, a las y los guitarristas que confían en su el oficio de los artesanos locales.

Desde hace 14 años están organizados en la Marca Colectiva “Guitarras de Paracho Región de Origen”, por lo que trabajan y reciben impulso del Instituto del Artesano Michoacano y otras dependencias estatales, y también nacionales.

“Tuvimos que organizarnos porque empezaron a inundarnos guitarras chinas y nos hacían una competencia tremenda”
Pedro Herrera

“Quisimos proteger la esencia, lo que es la región de origen, nuestra región. Construimos guitarras inicialmente por necesidad, porque aquí hay mucha madera, pero pasó el tiempo y las técnicas se fueron perfeccionando. En cambio, esas guitarras (chinas) son prácticamente desechables”, señala Jorge Alfaro, quien dirige un taller semi-industrial.

Hay que decir, no sólo se fabrican guitarras acá. Todos los instrumentos de cuerda pueden surgir de los talleres artesanales: bajos, charangos, contrabajos, ukeleles, vihuelas, violines, cellos, incluso mandolinas.

Modas como la película “Coco” han hecho que el mundo voltee a Paracho en busca de sus guitarras, que por cierto pueden costar desde 700 pesos hasta algunas decenas de miles.

Para los artesanos, la moda sólo se incrusta en una historia de la que han participado sus abuelos y abuelas, sus padres y madres, y algún día, sus hijos.

Porque “esto va a sobrevivir, esto no se va a acabar, todavía hay muchos como yo, más jóvenes que yo que todavía van empezando a hacer… Eso no va a acabar ahorita”, dice Laud Silvian.

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