Comunidades en abandono y benefactores de la violencia

Silvano Aureoles, Gobernador de Michoacán

Puede parecer un lugar común decir que los problemas de seguridad y violencia no se atacan de raíz, lo escuchamos recurrentemente en diferentes ámbitos. Pero, ¿sabemos cuál es la raíz del problema? La pobreza, el rezago educativo, la falta de oportunidades, el desempleo, la desintegración familiar y muchos otros factores que podríamos mencionar, pero que tienen un origen común: el abandono. Visto a todos los niveles, desde el ámbito doméstico hasta la esfera de los Poderes públicos.

En una visita a Cenobio Moreno, comunidad de la Tierra Caliente del Valle de Apatzingán, después de días difíciles en los que se hicieron grandes esfuerzos por mantener la estabilidad en la región, la gente de esta localidad me decía: “el Gobierno no viene, nos abandona”.

Hemos vuelto a esta tenencia en varias ocasiones porque queremos que el trabajo que realizamos ahí, así como en la comunidad de Úspero, se convierta en un modelo de atención integral que pueda ser implementado en otras localidades con problemas de conflictividad social o de violencia.

Si no vamos a las comunidades, es claro que empieza a descomponerse el tejido social y que otras estructuras de mando empiezan a construirse, distintas a la que nos mandata el ciudadano en las urnas, contrarias al mandato popular.

En el ejercicio del poder no hay vacíos: si uno no está, otros lo llenan. Por eso, quienes se dedican a actividades delincuenciales acaban siendo vistos por la comunidad como benefactores, como los que resuelven, aunque a la postre el costo que se tenga que pagar por recibir esos apoyos sea el de comunidades subyugadas a grupos delictivos.

Los grupos delictivos buscan generar “arraigo social” para que las poblaciones se vuelvan sus protectoras; hemos visto comunidades cómplices de la delincuencia porque quieren mantener prebendas o simplemente porque no les ha quedado otra opción en años de abandono. En estas localidades, grupos al margen de la ley están lastimando con acciones indebidas lo más valioso que tenemos como sociedad: nuestros jóvenes, nuestras jovencitas; porque, ya sea al inducirlos en el

consumo de droga, o para hacer actividades delincuenciales, ellos los ponen en riesgo de cárcel o de perder la vida.

Nuestro propósito es no dejar ni un espacio sin la presencia de la autoridad cumpliendo con su mandato; y no sólo cuidando los temas de seguridad (que hoy se requieren por las circunstancias), sino trabajando para recomponer el tejido social y

para recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, en sus autoridades.

Gobierno del Estado no puede revertir sólo ese abandono de las comunidades; contamos con apoyo de la federación, pero se requiere que la presencia institucional se multiplique en localidades de riesgo a través de legisladores, alcaldes, jefes de tenencia,

comisariados ejidales y asociaciones civiles; es decir, la restauración del tejido social y fortalecimiento del estado de derecho debe ser una tarea

transversal en la que participe la sociedad en su espectro más amplio. De lo contrario, lo que sucede, lo que se genera, es una ruta de desencuentro y confrontación, de inestabilidad y de injusticia”.

Sepsol ha establecido 25 acuerdos con la comunidad de Cenobio Moreno para impulsar programas deportivos, culturales, de alfabetización y de desarrollo comunitario.

 

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